sábado, 31 de marzo de 2018

Ella en mi Cabeza

Sábados 20 hs en Teatro Espacio Gadí. ( Av. San Juan 3852 )






Dramaturgia de Oscar Martínez y Dirección de José Manuel Espeche.

Cuando mencionamos a Oscar Martínez, pensamos en el gran actor que es y seguramente recordamos alguno de sus trabajos, ya sea en la televisión, en el teatro o en el cine. Oscar recibió el Premio Konex de Platino en 2011 por su trayectoria como actor de teatro en la última década y sin dudas es unos de los referentes en materia de actuación en nuestro país.

Pero no todos saben, que además de actuar, Oscar Martínez, escribió algunas obras teatrales y Ella en mi cabeza, es una de las más destacadas. Fue estrenada en el 2005, en el Paseo La Plaza y el elenco en esa ocasión, estaba constituido nada menos que por Julio Chavez, Soledad Villamil y Juan Leyrado, bajo su dirección.






En este caso la obra vuelve al teatro independiente en el Espacio Gadí y con tan buena respuesta de público, que se encuentra transitando su segunda temporada.

Ella en mi Cabeza, es una comedia dramática, que nos habla de amor, de las relaciones de pareja, de esos vínculos amorosos que nunca son sencillos, desde la mirada de Adrián ( Diego Fenández Ribas ) que se encuentra en una encrucijada, ya que por un lado siente que no soporta más a su esposa Laura ( Eva Matarazzo ), llevando diez años de casado y con un hijo en común, pensando que lo mejor sería separarse, pero por otro lado siente que no podría vivir sin ella, vaya contradicción.

Adrian esta obsesionado con Laura, según su opinión, ella es la culpable de todos sus males, su inteligencia le permite estar siempre está un paso adelante, lo controla, lo manipula y seguramente también lo engaña. No sabe como resolver la situación y es allí donde aparece en escena, un psicólogo muy particular, Klimovsky ( Eugenio Colusi ) que en las sesiones de terapia que tienen,  tratará de hacerlo mirar a su interior, intentando que comprenda muchas veces proyectamos en el otro, pensamientos y comportamientos,  que solo están en nuestra cabeza, generándose un muy rico intercambio entre paciente y psicólogo.






La trama es muy entretenida, tiene mucha dinámica y siempre está presente el humor, generalmente ácido, ya que la pareja se tira dardos venenosos, en la mayoría de los diálogos.

El espectador se engancha en la historia, porque claramente los personajes y los diálogos son  reconocibles, ya que todos sabemos los que son las peleas en la pareja y vivimos algunas en mayor o menor medida, por lo que se logra un alto grado de identificación.

Si la obra funciona y ya está en su segunda temporada, además de hacerlo por el libro interesante que tiene, se explica por las ricas interpretaciones que presenta la pieza, ya que los tres protagonistas se destacan mucho en sus personajes.






El eje de la historia es Diego Fernández Ribas, como un Adrián agobiado, obsesionado y paranóico con su esposa. Parece que todos sus males, son culpa de ella y aunque no esté con él, su voz retumba permanentemente en su mente. Muy buen trabajo de Diego, que está siempre en escena y lleva muy bien el ritmo de la historia.

Su esposa Laura es Eva Matarazzo, ella es la mala de la película, la manipuladora, la victimaria según el pensamiento de Adrián, es la culpable de que las cosas anden mal en esa pareja. Será realmente así  o será la construcción que el se hace de ella ?? No vamos a contar más, el espectador descubrirá esto cuando vea la obra. Volviendo a la actuación de Eva, nos gustó mucho su interpretación, componiendo una esposa atractiva y despiadada.

El triángulo se cierra con Eugenio Colusi, como Klimovsky, el terapeuta de Adrián, es quien trata de hacerlo entrar en razón y orientarlo para que descubra como salir del laberinto, que es actualmente su relación con Laura. Eugenio es quien genera los momentos más divertidos de la noche, algunos francamente desopilantes, dando vida a un psicólogo muy divertido. Nos encantó su interpretación.

El director logró reunir un muy buen elenco y se nota que hay muy buen entendimiento entre los tres protagonistas, ya que la historia con muchos diálogos,  fluye en muy buena forma.






Debemos destacar especialmente la muy buena escenografía de Mariela Solari, con el cálido mobiliario, que muy funcional permite tener al mismo tiempo la casa de la pareja y el consultorio del psicólogo, jugando además mucho con los placards, desde donde aparecen y desaparecen algunos protagonistas, lo que permite darle esa dinámica que comentamos tiene la pieza.

En definitiva, estamos ante una muy buena versión de la obra de Oscar Martínez, una dramaturgia elaborada y que requiere atención de parte de espectador para no perder detalle, un guión que nos invita a reflexionar acerca de los vínculos de pareja y como muchas veces, es más sencillo, culpar al otro de todos los males, en vez de mirar un poco a nuestro interior y también apreciar como muchas veces, nosotros adjudicamos al otro pensamientos o comportamientos, que solo está en nuestra imaginación, pero que a nuestros intereses nos resulta más conveniente dar por ciertos.

Por todo lo dicho, recomendamos Ella en mi Cabeza, además de las excelentes actuaciones que presenta la pieza, nos vamos a reír y seguramente nos vamos a sentir identificados con muchas de las situaciones que ocurren en la obra. El prolongado aplauso con que el público despide a los protagonistas, al término de la función, es fiel demostración, que la historia gustó y llegó al espectador.


Pensador Teatral.


viernes, 30 de marzo de 2018

Hidalgo

Viernes 20 hs y 22 hs en El Camarín de las Musas ( Mario Bravo 960 )






Dramaturgia y Dirección de María Marull.

La obra surge en el marco de la convocatoria del Teatro Cervantes, que en ocasión del Ciclo Bicentenario convocó a destacados directores de nuestro teatro, para que escriban una obra sobre figuras históricas muchas veces relegadas por nuestra historia.
A María Marull, te tocó Bartolomé Hidalgo, poeta rioplatense, nacido en 1778, artista revolucionario y padre de la poesía gauchesca, plasmando en sus cielitos, la gesta por una patria en nacimiento.

Poco se conoce de la vida de Hidalgo, no hay retratos suyos, ni si quiera se sabe donde fueron enterrados sus restos, es más, hasta algunos se atreven en poner en duda su existencia y se atreven a teorizar, que fue un personaje imaginario.






Interesante reto para María, escribir una obra sobre una figura, de la que es más lo que se ignora, que lo que se conoce con certeza. Por eso, la salida inteligente de la autora, es tomar a Hidalgo, como consecuencia de la pieza y no como centro de la misma.

La autora, consigue superar el reto, escribiendo una historia simple, con seres cotidianos que el espectador reconoce y una trama sensible, que tiene el sello característico de las Marull, aquel que les ha otorgado a las gemelas rosarinas, un sitio de privilegio en el circuito off, con un público fiel, que sigue sus obras, sabiendo de antemano, que verán un producto de calidad, donde sin golpes bajos, la emoción y la sensibilidad dirán siempre presente.

Hidalgo, nos cuenta la historia de Susana ( Paula Marull ), empleada de inmobiliaria, que tiene como misión mostrar un lujoso departamento a una familia interesada en comprarlo. En el departamento vacío, se encuentra Victor ( Agustín Daulte ), un adolescente, que por razones no muy claras, vive allí con su padre, en condiciones precarias, mientras el departamento siga desocupado.






El encuentro entre esas dos personas, en apariencia sin puntos en común, se convierte en el disparador de la trama. Ella con un trabajo formal, bien vestida, verborrágica y muy segura de si misma, se encuentra con ese chico frágil, callado, apenas vestido con un pantalón corto, que no parece vencido, porque cuando Susana, le pregunta porque no está en la escuela a esa hora, Victor no sabe bien que responder, a los tirones balbucea que tiene que hacer un trabajo práctico para presentar mañana y que si no lo hace volverá a repetir el año.

La empleada apenas escucha al chico, está más preocupada, por limpiar el departamento y tirar un poco de desodorante de ambiente, para que quede presentable y que el chico se vaya dar un vuelta,  para que no esté, cuando lleguen los posibles compradores. Pero un llamado de los mismos, diciendo que estaban demorados, cambiará todo, la llegada ya no será inminente y entonces Susana, que ahora tiene algún tiempo tiempo, se interesará un poco más por la situación de ese chico que lo intriga.







Se enterará que el trabajo práctico que debe presentar para no repetir el año, es sobre Hidalgo, un olvidado por la historia, una de esas figuras que no aparecen en los billetes, porque a los billetes siempre llegan los mismos próceres y con una mezcla de solidaridad y lástima por el chico, tomará la decisión de ayudarlo con el trabajo práctico.

Sin revelar demasiado, para no develar la trama, diremos que esas dos personas que parecían pertenecer a mundos diferentes, encontrarán muchos puntos en común, más que nada, porque la vida de esa empleada inmobiliaria que no conoce el mar y que no tiene mascotas, ni hijos, para no esclavizarse, es más sufrida, de lo aparenta. Y entonces descubriremos que el desamparo y la soledad, son características, muy arraigadas, en estos dos seres. En el caso del chico esto, es algo evidente, que surge a simple vista y en el caso de la empleada, detrás de esa apariencia segura, esconde una existencia triste.

Como mencionamos antes, las Marull saben mirar la realidad y construir personajes con lo que nos identificamos, historias normales y cotidianas, que nos resultan entrañables y cercanas.






La historia es muy entretenida y en esto tiene mucho que ver, Paula Marull, que se destaca muchísimo en este protagónico, componiendo una mujer muy sensible y divertida. Nos encantó la interpretación de Paula, con mucha presencia escénica, marcando el ritmo de la trama y con una frescura que se irradia en el escenario y llega al espectador, que se encariña mucho con su personaje.

Agustin Daulte, compone muy bien a ese chico retraído y temeroso, que parece casi abandonado.
Una vez más, destacamos, la gestualidad de Agustín, en un papel con algunas similitudes, con el que cumplía en Los Ojos de Ana ( allí era un adolescente que sufría bullying ). Es un actor que promete mucho y esperamos verlo pronto, en otra obra, ojalá que sea con las Marull, en un rol distinto, a la del adolescente introvertido, donde ya demostró, sentirse muy cómodo.

Un punto importante y que agrega valor a la puesta, es el entendimiento que muestran Paula y Agustín, como dijimos trabajaron juntos antes y se nota que se entienden a la perfección, hay muy buena química entre ellos.
Y si a ello le sumamos, la dirección de María Marull, el círculo cierra y queda claro, porque todo fluye de manera tan natural.







Debemos resaltar de la puesta, el diseño escenográfico de carácter minimalista que propone José Escobar, con unos pocos objetos, sobre ese destacado rectángulo de parquet, que marca en forma precisa los límites escénicos, simulando el departamento donde transcurren las acciones.
Y como ocurre habitualmente, en las obras de las Marull, aquí también, aparece algún toque musical, que suma, en este caso es el ringtone de Susana, que no vamos a revelar, pero que aseguramos los espectadores celebran cada vez, que suena el celular de la empleada inmobiliaria.

Queda poco por agregar, sólo mencionar que Hidalgo fue la obra ganadora del Premio Artei 2017 a la producción de teatro independiente, entre otros reconocimientos recibidos. Indudablemente las mellizas Marull, tienen un estilo propio, saben como contar historias sencillas, cercanas al espectador, con personajes reconocibles, con lo que todos nos identificamos y si a esas historias, saben adosarle siempre la cuota justa de sensibilidad y poesía que el espectador quiere, podemos encontrar allí, una de las explicaciones, del éxito de sus espectáculos,  tanto de crítica, como de público ( el cartelito de localidades agotadas es una constante en sus obras )

No queda más por agregar, sólo invitar a los espectadores que aún no lo hicieron, para que descubran el bello universo de las Marull y en este caso además, se enteren como nosotros, quien fue Bartolomé Hidalgo.



Pensador Teatral.


jueves, 29 de marzo de 2018

Madre Amadísima

Miércoles 20 30 hs en Teatro Buenos Aires ( Rodríguez Peña 411 )





Dramaturgia de Santiago Escalante y Dirección de Daniel Cinelli.

Segunda temporada de Madre Amadísima, obra escrita por el autor andaluz Santiago Escalante, la pieza se estrenó en Sevilla en el 2007, con enorme éxito de taquilla y de crítica. Tanto es el suceso, que la directora Pilar Távora, tiempo después, decide llevarla al cine, donde tuvo un rally impresionante, obteniendo múltiples premios y reconocimientos, destacándose especialmente en los Premiso Goya 2011, donde se llevó numerosas nominaciones.

La película triunfa en España y llega a la Argentina, allí es donde aparece en escena, nuestro Oscar Giménez, que vé la película y en ese instante se enamora de ella. Tanto, que decide ponerse en contacto con el autor de la misma, algo impensado décadas atrás, pero posible en la actualidad, gracias a la inmediatez de las redes sociales y consigue llegar a un acuerdo para traerla a nuestro país, en una adaptación que conservando íntegramente la esencia y el espíritu, del texto original, presenta algunas diferencias, en su adaptación local,

Contemos ya que Madre Amadísima, narra la historia de Alfredito, encarnado de manera brillante por Oscar Gíménez, un costurero homosexual, ya en edad madura, que aparece en escena, vistiendo con devoción a una Virgen Negra, preparándola para una procesión, en Sevilla, donde se desarrolla la historia y la Virgen desata incontrolables pasiones.






La conexión de Alfredito con la figura de la Virgen es asombrosa, encuentra en ella la paz necesaria, para desandar su vida entera, desde el momento de su nacimiento, pasando por su difícil infancia, su despertar sexual con Javi, el hijo del alcalde, con quien descubre su atracción por los chavales y contando también su desopilante pasada por la mili.

En su relato, siempre hace referencia a su entorno familiar, manifestando su amor incondicional por su madre querida y el profundo desamor y desprecio de su padre, para con él, como un reflejo de esa sociedad que discrimina y no acepta al diferente.

Con mucho humor, Alfredito se asume asimismo como la loca del pueblo, aquella a la que todos miraban, por la que murmuraban a sus espaldas y obviamente no aceptaban- Recordemos que la historia, transcurre en la década del 50 en el interior andaluz, en época en que el generalísimo Franco, tenía el poder total en España y la tolerancia, precisamente no era una de las características de su gobierno, trayendo recuerdos olvidados, pero de gravedad, como por ejemplo que existía un de campo de concentración, al que enviaban a los homosexuales.






Si bien el relato es profundo, confesional y tiene mucho de dramático, la historia se cuenta en clave de humor, el protagonista, toma con una mirada graciosa, sus recuerdos, aún los más duros y presenta su vida, que no fue sencilla, en forma esperanzada, siempre buscando el lado positivo y esto sin dudas es mérito del autor, que logra que el relato siempre sea ameno y no se haga denso, teniendo vital influencia, en este caso, también de la estupenda actuación de Oscar Giménez, que entiende a la perfección, por donde debe transitar su actuación

Realmente es todo un desafío, encarar este unipersonal, donde el protagonista, debe sostener el acento andaluz, por casi una hora y media, llevando el relato a través de los diferentes estados de ánimo, que presenta su propia vida, con alegrías, tristezas, momentos muy graciosos y otros de profundo drama. Es una obra que exige mucho y realmente Oscar, supera con creces la exigencia, mostrando un dominio absoluto del escenario y de los tiempos y mostrando una identificación y un amor por el personaje, que emociona y conmueve.

La escenografía es despojada, solo hay una mesita y esa virgen morena, que acompañan al protagonista, la preponderancia aquí es del texto, la palabra es la que se impone, algo que entendió muy bien, Daniel Cinelli, el director, que presenta una puesta intima y minimalista, creando la atmósfera ideal, para que el protagonista, gracias a su talento, haga de las suyas.






Debemos destacar la moderna iluminación del Teatro Buenos Aires, que acompaña y recrea los diferentes momentos, que atraviesa la trama.

Estamos en presencia, de una propuesta más que interesante, un texto potente de un Santiago Escalante, que nos trae a Buenos Aires, una historia de raíces andaluzas, que nos habla de la discriminación brutal, que sufrían personas como Alfredo, en una época de España,  en que se veía al homosexual como un enfermo, al que debía tenerse lo más lejos posible.






Si bien con el correr de los años, las ideas evolucionaron, la pieza sirve para reflexionar y darnos cuenta, que pese al paso de los años, la discriminación aún sigue, por diversos motivos y muchas instituciones, contrariamente a lo que marca sus esencia, en vez de abrir sus puertas al diferente, se las cierra.

Una propuesta de enorme valor, nos trae Madre Amadísima, junto con la posibilidad de disfrutar la interpretación brillante de Oscar Giménez, que con un amor y una entrega absoluta, regala a los espectadores, una estupenda noche de teatro.

Recomendamos mucho la obra, sin dudas, un toque de distinción en nuestra rica cartelera porteña, que aquellos amantes del bueno teatro, no deberían dejar de ver.



Pensador Teatral.